¿QUÉ SIGNIFICA PENSAR DESDE AMÉRICA LATINA? HACIA UNA RACIONALIDAD TRANSMODERNA Y POSTOCCIDENTAL. (parte 3)

 JUAN JOSÉ BAUTISTA S.
IX. DE LA DIALÉCTICA MODERNA DEL DESARROLLO DESIGUAL HACIA UNA DIALÉCTICA TRASCENDENTAL DEL DESARROLLO DE LA VIDA HACIA UNA IDEA DEL DESARROLLO TRANSMODERNO
LA DIALÉCTICA DEL DESARROLLO DESIGUAL
¿Qué tiene que ver todo esto con la dialéctica? Habitualmente, los análisis que se hacen no permiten entender a cabalidad el problema estructuralmente hablando, solamente describen el fenómeno o hecho y a partir de ahí deducen causas, que normalmente son otros fenómenos, y así quieren los analistas explicar los fenómenos con otros fenómenos, con lo cual al final no se aclara nada porque se quedan en la superficie o apariencia del problema. De lo que se trata es de trascender el fenó- meno cognitivamente para poder trascender realmente el problema en cuestión. Desde Marx sabemos que el capitalista, para poder explotar o dominar, necesita producir su propio explotado o dominado, es decir, necesita producir su propia contradicción para poder ser, permanecer y desarrollarse. Si no produce relaciones de dominación y explotación sistemáticamente, no puede producir y reproducir plusvalor, ganancia y capital. Esto es, para poder producir más incremento de ganancia, necesita producir más explotados, dominados, atrasados y dependientes. Y esta realidad que sistemática y objetivamente produce el capitalista, necesita no sólo mantenerla sino desarrollarla, sofisticarla de tal modo que dicha realidad que le permite ser dominador, rico y desarrollado, se pueda mantener hasta la eternidad, porque sabe que su propia realidad de poderoso y rico depende de eso. Sabe que la ganancia no cae del cielo, sino de la posibilidad que tiene de extraer a otros y a la naturaleza la riqueza contenida en ellos. Marx descubrió que esta interrelación en la cual sólo unos cuantos ganan y los demás pierden, incluyendo la naturaleza, es dialéctica, pero es una dialéctica invertida o mixtificada, de cuya mixtificación era su mayor exponente Hegel, porque esta dialéctica, no sólo producía contradicciones, sino que producía sistemáticamente contradicciones desiguales, es decir, esta dialéctica de la contradicción, necesitaba y necesita producir sistemáticamente desigualdades para poder desarrollarse. Pero acá lo desarrollado era sólo una parte de la relación, no la relación entera, por eso decía que el capitalismo desarrolla al capitalista o las formas de explotación de éste, pero empobrece y embrutece al obrero, y hace esto en nombre de la humanidad, porque el burgués cree que él encarna lo que el ser humano es, pero no así el obrero o el habitante del tercer mundo, porque cree que éstos no son desarrollados y además pertenecen a culturas inferiores, o sea, subdesarrolladas, es decir, menos humanas. Esto es, la realidad dialéctica que el capitalismo produjo y que desarrolló la modernidad teóricamente permite desarrollar sólo la humanidad del capitalista o de los habitantes de los países capitalistas del primer mundo, pero no de toda la humanidad, porque la humanidad de los pobres, que son el 80% de la población mundial, no sólo no es desarrollada, sino que es pisoteada y humillada en nombre del desarrollo de la humanidad burguesa y moderna. Por ello, el incremento de desarrollo se ve inmediatamente en los países del primer mundo y no así en los del tercer mundo, a los que el desarrollo les llega como subdesarrollo, como atraso y dependencia. Por ello afirmamos que la concepción moderna de desarrollo produce una dialéctica del desarrollo desigual entre países del primer y el tercer mundo, porque para que los países del primer mundo puedan ser desarrollados, necesitan producir nuestro propio subdesarrollo sistemática y estructuralmente. Para esto ha servido y 266 sirve la estructura económica, la estructura de clases y la estructura de valores producida por esta estructuración de la producción capitalista. La dialéctica es la forma racional ideal que la modernidad ha creado para autocomprenderse a sí misma, es decir, con la dialéctica la modernidad ha producido la manera moderna de la autocomprensión, que considera como la manera en sí misma o más humana de la autocomprensión posible. No por casualidad Hegel, que es uno de sus grandes intelectuales, es quien da forma filosófica a esta autocomprensión autorreflexiva de la propia modernidad. Pero paradójicamente, una vez que Marx descubre la falacia de esta forma racional y argumentativa de justificar el desarrollo de las desigualdades, haciendo una crítica radical a esta forma lógica de razonamiento que objetivamente existe en la realidad, la propia ciencia social burguesa se encarga de ocultarla, negarla y condenarla al olvido, para que por medio de la racionalidad dialéctica no se sigan descubriendo las grandes contradicciones y falacias de la modernidad. Objetivo que se ha cumplido casi a cabalidad con las obras de Weber y Popper y que científica e ideológicamente se impuso casi con éxito después de la caída de los socialismos reales. Paradójicamente, la ciencia social crítica de origen marxista no pudo seguir desarrollando esta crítica que Marx hace no sólo al capitalismo sino también a su método o forma racional de autocomprensión. Porque el problema es dialéctico, esto es, de contradicciones objetivas que han producido el capitalismo y la modernidad, y que necesitan seguir reproduciendo para seguir desarrollándose. Y si seguimos razonando de acuerdo a la racionalidad que la modernidad ha producido, seguiremos reproduciendo el tipo de realidad que ella ha producido y contra el cual supuestamente estamos en contra. De lo que se trata entonces es de ir más allá de este tipo de contradicción, es decir, se trata de ir más allá de las contradicciones perversas que la modernidad ha producido. Dicho de otro modo, se trata de ir más allá de la dialéctica desigual que la modernidad ha producido para poder desarrollarse. Evidentemente, cuando hablamos ahora de la dialéctica, ya no estamos refiriéndonos a la dialéctica de la modernidad, sino a la que Marx insinúa desarrollar en El Capital; es decir, cuando Marx afirma que a la mixtificación que la dialéctica ha sufrido en manos de Hegel hay que ponerla de cabeza, a lo que nos referimos es a esta dialéctica a la que Marx se está refiriendo. Si en Hegel aparecía invertida –o sea, de cabeza–, Marx ahora la va a poner de pie, pero Marx mismo afirma que no es que solamente el método o la dialéctica estén invertidos, sino que la realidad que produce el capitalista y, en este caso, la modernidad es la que ahora está invertida. De lo que se trata entonces es poner ambos, tanto el método dialéctico como la realidad, de pie, porque ambos están de cabeza, tanto la teoría como nuestra realidad. ¿En qué consiste esta inversión que Marx denuncia, cuestiona y critica en El Capital? El burgués y el capitalista afirman tozudamente que, sin el capital (como dinero), el capitalismo (como relaciones de producción) y el mercado capitalista (como relaciones de consumo), no sólo no habría desarrollo humano, sino que no habría vida humana, o que ésta estaría literalmente condenada a la extinción, o que la humanidad sin el capitalismo estaría sólo en la Edad de Piedra. El burgués y el capitalista afirman obcecadamente que, si no fuera por el mercado capitalista, nos estaríamos comiendo vivos entre los seres humanos, porque no habría instancia que tendiese a armonizar todos los intereses, deseos y anhelos que la humanidad toda ha ido produciendo a lo largo de su historia. Por eso afirman el burgués y el capitalista que el mercado capitalista no sólo puede satisfacer toda necesidad humana, sino que permite que lo que de humano hay en el ser humano se pueda desarrollar plenamente. Dicho de otro modo, en el presente, todo lo que hay de humanidad, justicia, respeto por el individuo y las leyes, etc., se lo debemos al capital, al mercado capitalista y al desarrollo moderno que éste promueve. Por ello deduce el capitalista que lo mejor que la humanidad pudo haber creado a lo largo de toda su historia es el capitalismo; que más allá de él no hay ni podrá haber nada mejor; que frente al capitalismo, el cual expresa la verdadera esencia humana, lo único que se opone es la barbarie. Dicho de otro modo, el capitalista afirma que el capital lo es todo y el ser humano no es nada, que la única forma que tenemos de desarrollar lo humano es desarrollando el capitalismo, que él y su mercado son los que, por la armonía inherente a la que tiende el mercado capitalista, van a solucionar los problemas humanos, los van a mejorar y los van a desarrollar, por eso lo más deseable para cualquier país, pueblo, región o continente es que se sumerja lo más pronto posible en relaciones capitalistas de producción para solucionar todos sus problemas. Sin embargo, Marx va demostrando sistemáticamente que todas estas promesas del burgués, del capitalista y su forma de producción son una literal falacia cuando se trata de la humanidad y la naturaleza, pero que son una plena realidad cuando se trata del capitalista y el burgués. Mas el problema radicaba y radica aún en que, produciendo el capitalismo permanentemente relaciones de explotación y dominio, aparentemente parece que cumple con sus promesas, porque a diario vemos no sólo la ampliación de relaciones de mercado, sino la ampliación y desarrollo de producción de mercancías, las cuales en apariencia satisfacen las crecientes necesidades humanas. Esto es, parece que el capitalismo desarrolla a la humanidad, pero en el fondo es sólo eso, apariencia. Y cuando uno se deja llevar por esas apariencias, llega a pensar o creer que en verdad hay desarrollo para todos. Por eso, muchos gobiernos progresistas de izquierda no se hacen problemas por mantener este tipo de relaciones de producción y mercado en sus países, porque quieren que ese desarrollo llegue a nuestros países. Pareciera que la historia de la socialdemocracia alemana de principios del siglo XX sintetizara la historia de la izquierda latinoamericana y mundial, porque, de empezar siendo bien revolucionarios, terminaron siendo bien de derecha, no sólo capitalistas, sino hasta neoliberales. ¿Por qué ha sucedido esto? Marx explica en todo El Capital que el mercado capitalista produce no sólo un tipo de consumo y producción, sino que produce un tipo de realidad, en este caso la inversión de la realidad, en la cual aparentemente el capitalista y el burgués, el capital y el mercado capitalista, son los que producen en verdad el desarrollo, los que producen las fuentes de trabajo, los que dan trabajo, los que dan salario, los que acumulan grandes cantidades de capital para financiar grandes proyectos para construir grandes carreteras, grandes edificios, grandes fábricas y maquinarias para desarrollar los países, pero son también los que crean los satisfactores con los cuales la humanidad se alivia de tanto trabajo, enfermedades, etcétera. Así pues, cuando se ve la realidad con los simples ojos, en apariencia esto es lo que la realidad muestra, la inversión de la realidad, que consiste en creer que el capital (como dinero) es la fuente de la solución de todos nuestros males y que por eso, si quiero ser humano –o sea, libre–, tengo que hacer lo posible por tener acceso al gran capital, porque éste es el que soluciona todos los problemas económicos, sociales, humanos y de desarrollo. El capitalismo reproduce de tal modo esta comprensión de la realidad que al final hasta los pobres del tercer mundo ahora creen de verdad que es así, por eso no se hacen ningún problema en mantener relaciones capitalistas. Es más, hasta gobiernos progresistas del tercer mundo, estando en contra del capitalismo, no se hacen problemas con mantener e impulsar al interior de sus países este tipo de relaciones de producción y consumo. La inversión de la realidad se ha impuesto. Esto es, se ha impuesto la inversión en el sentido de que ahora se cree o se piensa que la solución a nuestros males pasa por tener o no gran capital, grandes inversiones o, si no, grandes préstamos. Hasta en el mundo de la vida cotidiana se ha impuesto la inversión de la realidad, porque hasta la gente sencilla y común piensa que es pobre porque no tiene capitalcito. Si esto es así, ¿en qué consistiría la inversión de esta inversión? La gran investigación que Marx opera en El Capital, es para mostrar que es falso que el capitalista, el capitalismo y el mercado capitalista sean los verdaderos creadores de riqueza. Marx muestra que esto es pura apariencia, porque en realidad la riqueza en general, incluyendo el capital, es producto del trabajo humano y la riqueza contenida en la naturaleza, que, si no existieran estos dos componentes, sería imposible cualquier forma de riqueza, producción o desarrollo humano, es decir, sería imposible cualquier forma de economía y de vida. Porque si fuese cierto que sin capital somos nada, entonces ¿cómo se podría entender el surgimiento y desarrollo de tantas civilizaciones anteriores al capitalismo que han producido grandes logros e inventos con los cuales han contribuido a la humanidad entera? Si fuese verdadera la afirmación capitalista, entonces no se podría entender con qué capital hicieron nuestros ancestros Tiwanaku o Machu Picchu, testimonios de la gran capacidad arquitectónica, productiva y desarrolladora de una forma completa de vida, y todo sin un céntimo de capital, pero, eso sí, con trabajo humano y con naturaleza productora de los materiales para esas construcciones, y también del alimento con el cual esos trabajadores se alimentaron mientras producían esas grandes construcciones milenarias. Si hay trabajo humano y naturaleza viva, hay no sólo producción, economía y vida humana, sino también otras formas de desarrollo, pero de la vida, no del capital. El capital crea riqueza capitalista pero no riqueza humana, porque para poder producir más capital necesita someter, negar, explotar y dominar al trabajador. Para poder hacerlo, necesita producir la pobreza y miseria del trabajador, de tal modo que éste esté dispuesto a venderse como mercancía-trabajo. Lo empobrece de tal modo, que al final el trabajador piensa que sin dinero es nada. Como no tiene nada, salvo su fuerza de trabajo, su propia corporalidad, para poder vivir necesita venderse a sí mismo, o vender su fuerza de trabajo, para conseguir dinero con el cual reproducir su vida. Los pueblos o países que el capitalismo y la modernidad han empobrecido, cuando se han enajenado de su propia humanidad, o sea, cuando se ven a sí mismos desde la inversión de la realidad, piensan lo mismo, esto es, que sin dinero o sin capital, es decir, sin inversiones o préstamos son nada, y que cualquier tipo de política de desarrollo es imposible sin el dinero capitalista, sin grandes inversiones o préstamos; al final, se ven a sí mismos con los mismos ojos con los que el dominador del primer mundo nos ve. Pobres y miserables, sin dinero y capital, pero, eso sí, con grandes cantidades de riqueza natural y mineral explotables sólo si se tiene gran industria o gran capital. Así como el burgués y el capitalista del primer mundo ven a los pobres del tercer mundo, sólo como fuerza de trabajo, el gran capital mira a los países pobres del tercer mundo sólo como proveedores de materia prima a ser elaborada por ellos. Esto es, si cuando aparecemos como trabajadores se nos ve sólo como mano de obra barata, cuando aparecemos como países pobres se nos ve sólo como proveedores de materias primas baratas. Esto es, como personas valemos sólo como fuerza de trabajo, o sea, como corporalidad. En cambio, como pueblos valemos sólo como riqueza natural, porque nuestra naturaleza ahora es nuestra propia corporalidad. La riqueza contenida en nuestra naturaleza es nada sin la riqueza contenida en nuestro trabajo. De esta riqueza es de la que se apropia el gran capital gracias al subdesarrollo y la miseria que ha producido y sigue produciendo en nuestros países. Así como durante el proceso de trabajo se extrae la capacidad y la fuerza de trabajo contenida en nuestra corporalidad, en el proceso de explotación de nuestras riquezas naturales se extrae la fuerza con la cual nuestra Madre Naturaleza nos ha sostenido y nos sostiene. Porque el proceso de producción capitalista sólo sabe extraer la fuerza, o sea, la vida contenida tanto en el trabajo humano como en la naturaleza, pero extrae esta vida no para reproducirla sino para chuparla, para poder reproducir más y más capital y ganancia. Por eso el capitalismo no produce vida sino muerte, tanto del trabajo humano como de la naturaleza. Esto es lo único que en verdad sabe desarrollar, lo demás, carreteras, edificios, aviones, etc., son sólo apariencia. Por eso Marx dice que el capitalismo sólo sabe desarrollar formas de explotar más y más tanto al trabajo humano como a la naturaleza, pero no desarrolla al ser humano, mucho menos a la naturaleza. Si esto es así, ¿tendrá sentido intentar siquiera persistir en esta forma de economía, de producción y de desarrollo? Para el capitalista es obvio que tiene sentido, porque su vida depende de ello, pero para la humanidad, especialmente la que padece esta forma de economía y desarrollo, es un literal sinsentido, o sea, irracional. Pero ahora estamos hablando de otra racionalidad, la de la vida, no la del mercado; para esta última, la vida es sólo una mediación más para lograr el fin de la ganancia y del capital, que es su incremento hacia el infinito. Dicho de otro modo, cualquier posición humana o política que sea crítica del capitalismo y que parta de la comprensión de que sin dinero o capital no se puede impulsar ningún tipo de desarrollo, está partiendo del mismo horizonte o fundamento que quiere cuestionar y a la larga va a recaer en lo mismo que supuestamente crítica y quiere superar. La inversión consiste en creer que sin dinero o capital somos nada. La inversión de esta inversión –o sea, el poner la realidad de pie– consiste en saber, en comprender, que en verdad sin trabajo humano y sin naturaleza somos nada, no hay nada, ni capital. Cuando ponemos la realidad de pie, es decir, cuando la vemos y nos relacionamos con ella como lo que en realidad es, partimos entonces de la necesidad de recuperar el verdadero valor del trabajo humano y la naturaleza como las únicas fuentes a partir de las cuales es posible producir y reproducir no sólo un tipo de vida sino una forma de desarrollo humano en concreto. Esto quiere decir que ahora la atención ya no debe centrarse en la búsqueda de dinero o capital, sino en la revalorización de nuestra capacidad de trabajo, del tipo de trabajo que histórica y culturalmente hemos desarrollado, de la relación que histórica y culturalmente hemos desarrollado con la naturaleza y de la concepción de trabajo de la cual culturalmente somos herederos y que el capitalismo no sólo ha explotado, sino que quiere sistemáticamente negar hasta descalificarlo completamente de tal modo que aparezcamos como cosas, como objetos carentes de sentido. Pero también implica recuperar consciente y explícitamente la naturaleza como otro de los sujetos participantes de la producción de esta otra forma de vida. Implica no concebirla más como el capitalismo y la modernidad la conciben, como objeto, es decir, como mercancía. Implica tomar consciencia de los presupuestos sobre los que se yergue el capitalismo y la modernidad para no partir de ellos, porque todos ellos conducen a la misma forma de explotación que queremos negar y superar. Esto quiere decir que pasar de la dialéctica del desarrollo desigual que el capitalismo ha producido a otra forma de dialéctica y de desarrollo, implica no partir de su mismo horizonte de contradicciones, implica tomar ahora el capitalismo y la modernidad como la contradicción real a ser superada, y esto implica partir de otro horizonte de comprensión a partir del cual aparezcan ahora el capitalismo, su concepción de desarrollo, su horizonte cultural y su forma de producción como la contradicción negativa a ser superada. Solamente desde este otro horizonte de comprensión aparece recién aquello que ahora sí debe ser desarrollado por nuestro propio proceso de transformación y de cambio. Aquí es donde por primera vez aparece la posibilidad de producir una verdadera revolución y no así otra emancipación más dentro del desarrollo de la modernidad, que a lo único que ha conducido hasta ahora es a transitar de una forma de dominación a otra. Ya es hora de que vayamos más allá del eterno retorno de formas de dominio diferentes, de oligarquía en oligarquía, de clases dominantes hacia otras formas de dominio.

 ...continuara...

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