HACIA LA RECONSTITUCIÓN DE "EL SER HUMANO COMO SUJETO"
Juan José Bautista S.
Este trabajo es un diálogo explícito con el último
trabajo de Franz Hinkelammert titulado: La
imaginación de una sociedad más allá de la explotación, la dominación, la
guerra y el apocalipsis (de próxima publicación). Pero también con las
ideas sostenidas en un trabajo suyo del 2008 llamado; La reconstitución del pensamiento crítico, donde explícitamente
dice cómo es que el pensamiento crítico se podría re-constituir. En nuestra
hipótesis, la reconstitución del pensamiento crítico, implica también la
reconstitución de la humanidad del ser humano (que está siendo reducida
sistemáticamente a objeto de dominación y explotación por el capitalismo),
hacia su condición como “sujeto” no solo de la praxis y la liberación, sino de
su condición humana como sujeto.
En este sentido, este texto también es un diálogo con
algunas ideas relativas a la humanidad y la subjetividad humana en Marx que
Hinkelammert expone en su trabajo La imaginación de una sociedad más allá de
la explotación… y además con las ideas del ser humano como sujeto, de Marx
mismo. Es decir, estamos dialogando con Hinkelammert, y a su vez desde el modo
cómo hemos desarrollado a Hinkelammert, con el propio Marx.
Como el título lo sugiere, se trata de reflexionar en
torno de cómo es que el ser humano se puede reconstituir como humano, y como
tal, en sujeto de su propia humanidad,
en un contexto en el que como ser humano está perdiendo no solo sus derechos
como ser humano, sino que literalmente el capitalismo y la modernidad lo están
convirtiendo ya no solo en objeto de dominación, explotación, colonización,
etc., sino literalmente en “objeto” o cosa. Y como tal, incapaz de transformar
esta situación, e inclusive incapaz de reaccionar siquiera ante esta situación
inhumana que sigue creciendo cada día
más no solo con él como humano, sino con toda la realidad que posibilita su humanidad. Marx ya nos advertía que la degradación del ser humano a
objeto había empezado con la objetualización del trabajador como mera
mercancía. A su vez, Hinkelammert a fines de la década de los 90’s del siglo
pasado mostraba cómo el capitalismo neoliberal estaba produciendo
sistemáticamente; “desechables”, es decir, seres humanos denigrados, a objetos
desechables de los que se puede prescindir sin ningún cargo de conciencia.
Todo esto se está dando en medio de una contradicción
flagrante que aparece precisamente en esta modernidad capitalista neoliberal,
cinco siglos después de haberse constituido en el modelo de “la humanidad” para
todas las culturas y civilizaciones, es decir, para todas las humanidades.
Supuestamente en la modernidad estábamos en el estadio
humano, cultural e histórico donde el ser humano después de tanta lucha,
historia, odisea humana, progreso, evolución etc., se iba a constituir
definitivamente en ser humano libre, racional, independiente y soberano. Y de
pronto, desde mediados y fines del siglo XX empezamos a comprobar empíricamente
ante todos nosotros, que estamos viviendo en una situación exactamente
contraria respecto de las grandes promesas o tareas de la modernidad.
Porque no solo que el ser humano está más alienado,
explotado y dominado, sino que ahora estamos asistiendo a la comprobación
empírica de una época donde vemos no solo seres humanos constituidos ya ni
siquiera en dominados o excluidos solamente, sino en literales objetos, es
decir, en seres humanos que ya no se comportan como humanos, sino que piensan o
creen no solo que no hay un más allá de esta forma de “relación social”, que en
términos de Marx es de explotación y dominio, sino que frente a la catástrofe
del calentamiento global, la destrucción del planeta, el asesinato diario de
miles de inocentes y la creciente miseria a escala mundial; nada, o casi nada, podemos hacer,
salvo lamentarnos, o simplemente encoger los hombros con una triste sonrisa.
Esto es, como dice Hinkelammert,
estaríamos viviendo existencialmente a nivel global, el “Ser para la muerte” ya
no del fascismo hitleriano, sino del fascismo neoliberal global. Entonces; ¿qué
pasado? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Y finalmente ¿cómo podríamos
salir de este impase?
Lo primero que podríamos decir es que el discurso
humanista y filosófico de la modernidad había sido
en
el
fondo,
mera
falacia
ideológica,
encubridora de la producción sistemática de lo contrario, la negación del ser
humano como sujeto. Esto es, el humanismo moderno que en el fondo es burgués,
sería encubridor en el sentido de negador, de que no solo sirve para negar los
derechos de los seres humanos, sino para degradarlo o degenerarlo a condición
de objeto, para que ya no aparezca más como sujeto.
Esta situación nos está motivando a re-pensar las
condiciones en las cuales se concebía al ser humano como sujeto. ¿Por qué
decimos que el ser humano es sujeto?, o sino ¿cuándo es que el ser humano es o
aparece como sujeto? Si recordamos y pensamos bien, el ser humano es Sujeto,
porque está literalmente Sujeto-A; es decir, sujeto a algo, o alguien. Esto es,
el ser humano es sujeto cuando está literalmente sujeto-a un tipo de relación,
o religación, vinculación o conexión. Es decir, parece que existe un tipo de
sujeción que hace que el ser humano sea Sujeto. Se trata de hacer esta
reconstitución para recuperar la humanidad que estamos perdiendo.
El discurso ideológico y filosófico de la modernidad
había afirmado desde el principio que
antes de la modernidad y el capitalismo, el ser humano estaba sometido a las
leyes ciegas de la naturaleza, la iglesia, la comunidad y a las formas de
dominio propias de relaciones irracionales del medioevo. Y que la modernidad
era el estadio en el cual ella lo iba a liberar de todas estas formas de
sujeción. Es bueno recordar que a todas las formas de sujeción no modernas, la
modernidad indistintamente le llama de dominación, subordinación o
sometimiento. Y que la liberación consiste en romper precisamente esas formas
de relación que eran de sujeción, o dominio.
A la ruptura de estas formas de relación que
supuestamente son de dominio, la
modernidad le llama liberación. Por ello se entiende la sistemática y
persistente exaltación del ser humano como individualidad egocéntrica, cuyo fin
ahora es por primera vez él mismo. Para lograr ello, el capitalismo tuvo que
producir sistemáticamente esta ruptura, no solo con la comunidad, la
naturaleza, las creencias y los mitos, sino que para justificarlas racionalmente, tuvo que
justificarlas primero teológicamente, luego ideológicamente y finalmente
científica y filosóficamente como bueno, justo y racional todo este proceso,
para hacer pensar o creer que todo este proceso de ruptura de esos tipos de
relación, de conexión, o sujeción, era no solo de dominación, sino literalmente inhumanos.
Luego de 500 años, ahora en plena modernidad pensamos que
el ser humano es sujeto, cuando no está sujeto a nada, salvo a sí mismo. A esto
le llamamos el Individuo libre, o sea humano, esto es, racional. Pero, ahora
estamos empezando a ver que justamente este tipo de ser humano “libre”, o sea
sin ningún tipo de relación, conexión o sujeción, es el que ya no se comporta
como humano, esto es como sujeto, capaz de transformarse a sí mismo y a toda la
realidad, porque de haber sido creado, ahora el ser humano supuestamente iba a
ser el creador o productor de toda la realidad, pero ahora vemos que ya no
produce la realidad liberada que quiere, sino que poco a poco se está limitando
a padecerla, ya no como sujeto, sino simplemente como objeto.
Veamos este proceso con calma. Marx muestra muy bien este
proceso de inversión de la realidad. En la primera redacción de El Capital, que conocemos como Grundrisse… Marx muestra cómo lo primero
que el capitalista y el capitalismo se plantean como problema, es el problema
del consumo, esto es, de quiénes iban a consumir lo que ellos iban a producir,
porque, como bien dice Marx, el capitalismo no solo produce una producción,
sino que produce su propio consumo, y gracias a la producción de su consumo, es
que puede reproducirse. Si no produce su propio consumo, es imposible su
reproducción como capital.
Esto quiere decir que al principio el capital no tenía
asegurado su consumo, o sea, los consumidores de su producción, porque existían
fácticamente otras formar se producción y de consumo, y no de décadas, sino de
siglos y hasta de milenios. En el caso de Europa, los seres humanos habitantes
de las comunidades rurales de los siglos
XV y XVI, tenían mal que bien asegurados la reproducción de su forma de vida,
porque tenían acceso no solo a la naturaleza, sino a la cooperación, por ello
las migraciones a las ciudades eran exiguas, nada frecuentes, porque la vida no
se la producía en las ciudades, sino en el campo.
La burguesía naciente desde el principio se da cuenta que
tiene que producir su propio consumo, es decir, los consumidores de sus
productos. El consumidor de la producción capitalista no es un mero comprador
de mercancías, es un ser humano cuya subjetividad contiene la necesidad de un
tipo de consumo para satisfacer las necesidades materiales de su humanidad.
Es decir, el consumidor consume lo que su corporalidad
necesita para satisfacer su humanidad. Y su humanidad es siempre cultural e
histórica, es decir, no consume cualquier producto o cosa, sino lo que permite
la reproducción de su humanidad como sujeto. En este sentido la producción lo
que produce en última instancia, es un tipo de humanidad. Para entender esto,
sirve la obra de Marx.
Cuando la burguesía empieza a producir su producción,
sabe que tiene que destruir un tipo de consumo, para producir un tipo de consumo
acorde a su tipo de producción, por ello, la producción capitalista empieza,
cuando desarrolla la destrucción sistemática de las comunidades rurales
campesinas y medievales, esto es, cuando el naciente Estado burgués se apropia
de las tierras comunales de origen ancestral de muchos pueblos y
comunidades, los habitantes son
arrancados a la fuerza de este tipo de relación, conexión o sujeción con sus pueblos-comunidades y sus
territorios. Y así son forzados a inmigrar a la ciudad, pero ya no como pueblos
o comunidades, sino como individuos. Esto es cuando llegan miserables y
hambrientos a las ciudades en busca de trabajo, ahora constituidos en pauper ante festum, es cuando son
individuos libres. Y lo son porque han sido “liberados” a la fuerza de cierto tipo
de relaciones, o sujeciones no capitalistas o modernas. Supuestamente ahora
como individuos “libres” o liberados con violencia, recién estaban en
condiciones de realizarse como seres humanos. Sin embargo habían sido
arrebatados a la fuerza y no por elección,
de una forma de vida. Y cuando son enfrentados a esta otra forma de vida, como
seres humanos sin sujeción, buscan éstos vivir para seguir siendo humanos. Pero
la humanidad es imposible sin el desarrollo de un tipo o tipos de relación, o
sea de sujeción, o conexión.
Estos ex comunarios, liberados a la fuerza de sus
comunidades, buscando ahora la reproducción de su vida, son obligados a otra
forma de relación, conexión o sujeción. Ahora por la forma del trabajo, son
obligados a pertenecer a otro tipo de sujeción, o sometimiento que ahora se
llama simplemente, “relación social”, cuyo contenido es la relación económica
capitalista y jurídica moderna. Muy pronto esta relación se convierte en una
sujeción, subsunción, o sometimiento mucho más dura que el anterior tipo de
sujeción. Marx ahora le llama las cadenas de la sujeción al capital. Esto, es,
de un tipo de sujeción que antes era una forma de relación entre la comunidad y
la naturaleza, ahora se deviene en otra forma de sujeción pero que ahora es de literal sometimiento.
Ahora el ser humano sigue siendo sujeto, pero ya no tiene una sujeción que lo
libera, sino que lo condena a objeto, a cosa, a mercancía desechable.
Si antes estaba sujeto a la comunidad, la naturaleza y la
divinidad, ahora está literalmente sujeto al mercado, al dinero, y al capital,
constituidos ahora en una nueva santísima trinidad, como dicen Marx y
Hinkelammert. Con la anterior forma de sujeción, el ser humano podía
desarrollar lo que llamamos humanidad, con la actual forma de sujeción el ser
humano está degenerando no solo como ser humano, sino que literalmente se está
constituyendo en objeto de otro tipo de sujeciones de sometimiento. El proceso
de encadenamiento continúa ahora, pero ya no solo de modos técnicos o tecnológicos,
sino inclusive cibernéticos y hasta virtuales. Pareciera que no hay salida.
Si volvemos a la obra de Marx –como dice Benjamin– a
contrapelo, podríamos ver no solo cómo la humanidad fue des-constituida por el
capitalismo y la modernidad, sino cómo es que podría ser reconstituida. Esto
es, una forma benjaminiana de darle el golpe de timón al sentido de la
historia, es volver paso a paso por las huellas destructoras que de la
comunidad ha hecho el capitalismo. Para ver cómo es que se podría reconstituir humanidades
en proceso de extinción masiva.
Esto es, para que se reconstituya el pensamiento crítico
hoy, hay que paralelamente reconstituir la humanidad del ser humano, ya no en
términos de objeto, sino de sujeto, cuya subjetividad esté a la altura de la humanidad
humana, cuya historia es milenaria, y no así de la humanidad moderna de apenas
500 años. Recién ahora entonces podemos plantear la pregunta que nos conduzca a
la comprensión del problema del ser humano hoy, esto es; ¿a qué debiera estar sujeto el ser
humano para ser sujeto? Esto es
paradójico, porque supuestamente el ser humano es libre cuando no está
sujeto a nada, es decir, cuando ha roto toda forma de sujeción o sea
sometimiento, porque en la modernidad, sujeción quiere decir dominación, o sea,
sometimiento a algo o alguien.
La respuesta la tenemos en la obra de Marx y de
Hinkelammert. No toda forma de sujeción, o sea de relación, es de dominación,
porque hay relaciones de sujeción
que pueden constituirse en liberadoras. En el
siglo XX hemos asistido cómo las relaciones de sujeción que ha constituido el
neoliberalismo nos han encadenado a las cadenas de la deuda del capital
financiero. Tal es así que ahora, humano es quien tiene certificado de crédito,
o sea de credibilidad extendida por la banca internacional en términos de
cuenta de banco o tarjeta de crédito, porque la de ciudadanía la dan los
estados. Pero la credibilidad de humanidad la da ahora el banco, cuando nos
constituye en sujetos de crédito, que es cuando nos constituimos en sujetos
capaces de pagar deudas de crédito.
En nuestra opinión, ahora de lo que se trata es de romper
o destruir esas formas de sujeción que ha establecido el capital y la
modernidad para degenerar nuestra humanidad a objeto. Las respuestas a estas
formar de sujeción de parte del pensamiento moderno en el siglo afirmaban que
el ser humano lo era porque estaba sujeto a la cultura, a la historia y hasta
la ciencia. Ahora podemos decir con contundencia que el ser humano es sujeto,
porque está literalmente sujeto a la VIDA, esto es lo que dicen tanto
Hinkelammert, como Marx y ahora nosotros, pero es algo que decían desde hace
milenios los pueblos originarios.
Si esto es así, entonces ahora la pregunta sería: ¿cómo
se ligaron a la vida nuestros pueblos, cómo nos desligamos nosotros de esa
forma de vida de tal modo que ahora aparecemos ligados o sea sujetos o
sometidos al capitalismo y la modernidad? Otra vez, la respuesta nos la da
Marx, a través de su reflexión contenida en las 4 redacciones de El Capital, que ahora nosotros llamamos:
Dialéctica de la producción – consumo.
Dialéctica de la Producción – Consumo
Según nuestra investigación, el capitalismo no produce
solamente mercancías o capital, sino también el consumo de esa producción, que
es un tipo de humanidad que conocemos como sociedad moderna. El capitalismo
como modo de producción, produce también su propio consumo, es decir, produce y
tiene que reproducir incesantemente el consumo de su producción, el cual va a
garantizar la reproducción del capitalismo en cuanto tal. En este sentido, la
sociedad moderna, no es solamente un conjunto de individuos articulados entre
sí, sino que es el sujeto del consumo
capitalista por excelencia.
Por ello es
que, intentar pensar en
aquello que estaría o sería el más allá de la modernidad, implica pensar
también el más allá de la sociedad moderna, ya no solo del capitalismo o el
socialismo, porque ambos son productos de la modernidad.
Con Marx descubrimos que el capitalismo no produce
solamente mercancías y capital, sino que
para reproducirse, necesita producir paralelamente, un tipo de consumo, un tipo
de subjetividad y de humanidad, que en
el mundo moderno se llama “sociedad”. La sociedad moderna, es ese conglomerado
humano que articula al individuo moderno y egoísta, que se preocupa sólo por
sus intereses. Esto es, el capitalismo, para poder desarrollarse, necesita
desarrollar también a la sociedad moderna, es decir, necesita producir
individuos egoístas que, luchen en contra de otros individuos para realizar
sólo su propio egoísmo.
Por ello es que Marx dice en El Capital que; el capitalismo, para poder desarrollarse, necesita
destruir sistemáticamente, toda forma comunitaria de vida, es decir, toda forma
de solidaridad. Esto quiere decir, que el desarrollo de la sociedad moderna, es
paralelo a la destrucción de toda forma comunitaria o solidaria de relación
humana. Por ello es que la idea de sociedad, es totalmente opuesta a la idea de
comunidad.
En El Capital,
Marx muestra que el contenido de la mercancía capitalista es la “relación
social”. Relación social en Marx quiere decir, relaciones de dominio y
explotación. Dominio de la naturaleza y explotación del trabajo humano, o sino,
explotación de la naturaleza y dominio del trabajo humano, el cual es, el
contenido de la mercancía capitalista, por ello es que la mercancía
capitalista, llega –en palabras de Marx-, chorreando sangre humana al mercado.
El problema es saber por qué el capitalismo, aparte de
habérsele hecho tanta crítica y estar luchado contra él, sigue de pie. Dice
Marx y cito: “Nosotros hemos visto, no solo cómo produce el capital, sino cómo
es producido él mismo… No solo las condiciones objetivas del proceso de
producción se presentan como resultado de éste, sino igualmente el carácter específicamente social de las mismas… las relaciones de producción son
producidas, son el resultado, incesantemente renovado, del proceso”, El Capital. Libro I. Capítulo VI Inédito. Ed. Siglo XXI. Pág. 107.
Esto es, el capitalismo no solo produce las condiciones
objetivas de la producción, sino también las condiciones subjetivas de la
re-producción. Es decir, paralelamente a producir mercancías, el capitalismo
produce y reproduce incesantemente a la sociedad moderna, la cual es o
representa a las condiciones subjetivas. Y esto se da gracias a la “dialéctica
de la producción consumo”.
Cuando nosotros consumimos mercancías capitalistas,
realizamos al capital de dos modos. Primero; realizamos al capital como ganancia,
cuando las compramos, porque posibilitamos su reproducción. Pero
–segundo-, lo peor de todo, es cuando
subjetivamos mediante el consumo, la mercancía capitalista. Y esto se da
especialmente con el alimento capitalista. Porque cuando la consumo, subsumo en
mi corporalidad, la intencionalidad y el contenido de ese alimento capitalista,
el cual llega a formar parte de mi propia corporalidad, de mis pensamientos y
sentimientos. Ese es también el contenido subsumido, no sólo el contenido
nutricional.
Hinkelammert siempre recuerda cómo el director de la
Nestlé en la década de los noventa, cuando empezaba a ser aplicado el modelo
neoliberal, decía que para realizar este proyecto se necesitaban “empresarios
con Killer instinct”, esto es,
empresarios con instinto asesino. Cuando esta declaración la analizamos desde
Marx, lo que deducimos es que esta “intencionalidad” asesina, es ahora la que
está puesta como contenido en la producción de los productos de la Nestlé, que
como se sabe son “deliciosos chocolates”, dulces, caramelos, leche instantánea,
materna, etc., que como productos pueden ser agradables al paladar, pero, que
tienen literalmente este contenido que está puesto en la mercancía como
contenido desde el principio de la producción, como muy bien muestra Marx. Y
cuando consumimos estos productos, estamos consumiendo también este contenido
asesino, el cual por el consumo se constituye en parte de nuestra subjetividad,
es decir, de nuestra humanidad.
Cuando consumo mercancía capitalista, esto es, cuando la constituyo
en parte de mi subjetividad, o personalidad, lo que estamos haciendo es hacer
que las relaciones sociales contenidas en la mercancía capitalista, formen
parte de mi propia subjetividad, de nuestra personalidad, de nuestro yo, de
nuestro ego. Es decir, de ser seres humanos éticos, solidarios o comunitarios,
gracias al consumo de este tipo de mercancías, nos vamos convirtiendo poco a poco en
individuos egoístas y egocéntricos que sólo buscan su propio bienestar, es
decir, de haber sido “pueblo” o “comunidad”, nos convertimos poco a poco en
“sociedad moderna”. Y cuanto más modernos nos volvemos, menos estamos
dispuestos a dar la vida por el prójimo, por la revolución, la humanidad o la
naturaleza.
Parte del fetichismo de la mercancía, consiste en no ver,
en el aparecer de la mercancía, estas relaciones de dominio y explotación. No
solo que no lo vemos, sino que ya no podemos verlos y a veces, no queremos
verlo, pero, están contenidas en la mercancía, aunque no lo veamos, por eso
llegan baratas al mercado. Porque si al productor se le hubiese pagado el
salario justo, la mercancía costaría mucho.
Si esto es así, ¿Cómo podemos producir un tipo de consumo
que exija otro tipo de producción distinto del capitalista? Necesitamos tener
conciencia clara de lo que significa la Comunidad para ir más allá del
capitalismo. Pero, ya no estamos hablando de la comunidad feudal o
primitivo-europea, o asiática, sino de la idea de Comunidad que nuestros
pueblos han producido, que no son ni feudales, ni asiáticos. Necesitamos tener
conciencia de que las formas de vida anteriores a la modernidad, no son en sí
mismas inferiores, atrasadas o subdesarrolladas, como las hace ver la
modernidad. Son mucho más racionales de lo que nos imaginamos. No por
casualidad Hinkelammert dice que: “Habitualmente se piensa que hay que disolver
la cultura que se considera atrasada, para transformarla en modernidad… Yo creo
que es al contrario, esas culturas pueden ser hoy la brújula para hacer
caminos. Las culturas que se han considerado siempre como atrasadas indican hoy
el camino que hay que tomar… Creo que esto hay que pensarlo con mucha
seriedad”. (Hinkelammert, Franz. Teología
profana y pensamiento crítico. Ed. Clacso. Buenos Aires. 2012)
Cuando decimos que necesitamos consumir lo que producimos,
lo que estamos queriendo decir, es que, tenemos que producir un tipo de
producción cuyo contenido no sean las relaciones de dominio propias tanto del
capitalismo como de la modernidad. Y esto, no sólo porque necesitamos de otra
subjetividad, sino, porque necesitamos producir otra objetividad, o sea otra
realidad distinta de la que ha producido la subjetividad burguesa europea
norteamericana moderna y occidental, la cual es constitutivamente colonial,
racial y de dominación.
En nuestra opinión, el más allá de la sociedad moderna,
estaría contenido en las condiciones
existenciales que produjeron milenariamente, las formas comunitarias de vida.
En este sentido no hablamos de volver a las comunidades anteriores a la
invasión europea y moderna desde 1492, sino de ver cómo es que desde el
presente podemos recuperar el contenido de esas formas comunitarias de vida que
hasta el día de hoy, cinco siglos después de la imposición de formas sociales
de vida, no han desaparecido del todo y que cada vez más aparecen como una
alternativa real.
Este descubrimiento lo hicimos con el último Marx, quien
sostiene que: la “comunidad rural” podría ser un buen punto de partida para
una revolución. ¿Qué es aquello que
estaba diciendo Marx? Que: cuanto más capitalista es una sociedad, menos está
en condiciones de hacer la transición al socialismo, aunque ésta, esté
sumamente industrializada. ¿Por qué? Porque para hacer la transición al
socialismo, se requiere que un pueblo tenga un alto grado de solidaridad para
con los pobres, los hambrientos, los necesitados y los que padecen todo tipo de injusticias.
En este proceso, lo que aprendimos fue que para ir más
allá del capitalismo, ya no basta con hacerle la crítica a éste, sino que
también hay que criticar a la
modernidad, porque ésta, es el proyecto cultural y civilizatorio propio de la
burguesía moderna y eurocéntrica, por eso el capitalismo pudo desarrollarse al
interior de la modernidad. Es un proceso conjunto, paralelo, e inescindible. Si
para transitar hacia el socialismo, nos limitamos a criticar al capitalismo, y no hacemos la crítica de su
fundamento cultural e histórico, en términos de subjetividad y de racionalidad,
lo más probable es que recaigamos en aquello que queremos criticar.
Pero también porque necesitamos reproducir una voluntad
de vida en nuestros pueblos, acorde al tipo de proyecto revolucionario que
queremos. Y entonces tenemos que preguntarnos ¿cómo se produjo la voluntad
política, la voluntad de vida y de liberación, con la cual los ejércitos libertarios
comandados por Bolívar y Sucre salieron a liberar este continente del yugo
español? No solo había una conciencia emancipadora, sino que había también una
forma de producir esa conciencia y esta empieza con los alimentos y se corona
con las ideas. Lo mismo podríamos decir del ejército vietnamita, ¿cómo
su pueblo se
enfrentó a uno
de los ejércitos
más poderosos del planeta y los vencieron? Parece que todo empieza con
la producción de un tipo de consumo, es decir, con la producción de un tipo de
subjetividad, y ésta, parece que empieza con la producción y el consumo de los
satisfactores inmediatos de la vida humana, acordes al proyecto político y de
vida que tienen los pueblos revolucionarios. Una producción es humana en el óptimo sentido de la palabra
cuando produce no solo la producción, sino el contenido acorde al tipo de
humanidad que se tiene.
Pero, por más paradójico que parezca, la claridad de este
problema la tuvieron y tienen nuestros pueblos originarios, y no de ahora, sino
desde hace siglos, por eso se han mantenido hasta ahora, después de tantos
siglos de explotación, humillación, marginación y negación. Por ello es que
esta reflexión nos condujo a una pregunta similar a la que Marx se hizo varias
veces, ¿por dónde debiera empezar una revolución? El marxismo del siglo XX ha
respondido casi de modo unánime por la modernización, la educación y el
desarrollo de la industrialización. Pareciera que ahora, debiéramos empezar por
la producción de un nuevo tipo de consumo, acorde a esta nueva subjetividad y
voluntad de liberación de todo tipo de injusticia. Es decir, por la
reconstitución de un nuevo tipo de subjetividad y de sujeto, acorde a lo que
fue y aún es la VIDA. Y esto requiere la reconstitución de la subjetividad
humana en términos de sujeto.
¿Qué significa decir que el Ser humano se constituya como sujeto?
En la modernidad el ser humano es individualidad como
egoidad, en este sentido es egocéntrico, como ego, es ego para sí mismo, para
su propio self, para su propia
mismidad. Los demás son para él como enemigos o competidores, por ello se ha
separado de ellos, ya no es más comunidad, por ello ha decidido separarse de la
comunidad, pero también de la madre naturaleza y también de las divinidades y
los espíritus ancestrales.
Como sujeto ya no está sujetado ni a la comunidad, ni a
la naturaleza ni a los dioses, sólo a sí
mismo. Es más, ha puesto a todo lo que no es él como objeto de control o de
dominio. En este sentido ahora como sujeto no solo constituye a todo como
objeto, sino inclusive a sí mismo, ahora es objeto de sí mismo. Para relacionarse consigo mismo,
tiene que hacerse a sí mismo objeto, esto es, tiene que relacionarse consigo
mismo inclusive en términos de objeto de conocimiento, de
control, de disciplina y hasta de dominio, del mismo modo que ha hecho objetos
a los otros seres humanos y a la naturaleza.
Como el ser humano ya no está sujetado, o sea conectado a
la comunidad, la naturaleza y el cosmos, poco o nada puede hacer respecto de
ellos, por eso como sujeto, ahora él mismo se ha constituido en objeto, en el
sentido de que ahora es incapaz de poder actuar sobre ellos, de influirlos y de
transformar la realidad. Si esto es así, de lo que se trata ahora es de
recuperar o reconstituir esa conexión que antes la tenía para que vuelva a ser sujeto y ya no mero actor. El actor como
actor representa el papel de otro sujeto, por eso no es sujeto, por eso de lo
que se trata es de volver a ser sujeto y
no mero actor social.
En esto consistiría la liberación en sentido estricto, en
liberarse de esas desconexiones y volverse a reconectar para poder influir
ahora sí en toda la creación. Ahora ¿cómo? Hinkelammert muestra en su último
trabajo cómo Marx hace el pasaje del ser humano como simple observador (la
filosofía o ciencia como interpretación) a la del ser humano como sujeto
(pasaje que habría hecho Marx entre las 11
tesis sobre Feuerbach y El Capital).
La primera es el punto de vista del capitalista y del
burgués (que después asume el intelectual o académico), la segunda es el punto
de vista del trabajador. El primero vive las relaciones mercantiles como lo que
“son”, como el paraíso del Edén. El segundo vive las relaciones mercantiles
como un explotado, como un ser humano oprimido. Como tal vive lo que el mercado
NO ES, y lo que no es, es la ausencia que está presente en esas relaciones de
dominio, aunque no estén físicamente presentes como “no es”. Esta ausencia
grita y sufre porque es explotada, y por ello exige alternativas, porque no es
vida para el trabajador, sino muerte para él y su familia, su comunidad y su
pueblo. Esta ausencia se la vive cuando el explotado, humillado y condenado
“vive como sujeto”, porque si viviese como objeto, viviría resignado o
acostumbrado, pensando o creyendo que la vida es así y que no hay alternativas
o salida a esta cruda situación.
Para el capitalista y el burgués, el mercado capitalista,
el dinero y el capital son el paraíso, por eso afirma esta realidad como lo que
“es”. El oprimido vive esta misma realidad como lo que “no es”, porque para él
no es un paraíso, sino el literal infierno. Pero como no es un mero objeto,
sino un ser humano, sabe que este infierno, no es la única realidad posible,
habida o por haber, sino que sabe, intuye, presiente que es posible otro tipo
de realidad, es decir, otro tipo de objetividad, porque sabe que, así como
produce mercancías para el capitalista, puede producir con su subjetividad,
otro tipo de objetividad, es decir, otro tipo de realidad distinta de la que
produce el capitalista y burgués. En principio esta otra realidad “no es”, es
decir, no existe físicamente, en este sentido está ausente, pero es una
ausencia que se hace presente precisamente cuando se la imagina, cuando se la
convoca, cuando se la anticipa, cuando se la anuncia, es decir, cuando la subjetividad
negada por el capital, decide sujetarse, conectarse y religarse a la
posibilidad de la realidad ausente en este presente. Y así, la subjetividad con
intencionalidad de transcendencia, anuncia con sus actos, con su otra forma de
ser, la negación de la realidad de lo que “es”, del ser del capital. Ahora como
sujeto, ya no está más sujeto a las sujeciones de dominación, sino a un proceso de liberación, que se anuncia,
cuando se religa de otros modos a la comunidad, la naturaleza y la memoria
histórica y cultural de los ancestros que han luchado en otros tantos procesos
de liberación.
El ser humano es sujeto, cuando en un sistema de
dominación, tiene conciencia de su sujeción, como dominado y explotado, y a su
vez sabe, intuye, presiente, o se da cuenta que esa vida NO ES LA VIDA, o que
esa sujeción es servidumbre, dominación y sometimiento. Y se da cuenta de ello porque paralelamente toma
conciencia de que es posible o necesaria otra forma de vida, en la cual la realidad
de la dominación sea superada y deje de existir. Esto es, cuando el ser humano
rompe la sujeción que lo ata a la relación de dominio y se sujeta a la relación
de liberación, a la comunidad o al pueblo, recupera su humanidad como sujeto,
porque ahora decide él libremente sujetarse a la vida, a la comunidad, al
universo y al cosmos. Cuando recupera las conexiones perdidas o destruidas por
el capitalismo y la modernidad, recupera a su vez su potencia como sujeto, su
verdadera líbido, o sea su voluntad de trascendencia y su conciencia anticipadora.
Solo entonces puede recuperar su humanidad perdida, es
decir, solo ahora podría recuperarse o reconstituir como sujeto, para dejar de
ser objeto. Esto es, sólo liberándose de las sujeciones modernas y
capitalistas, puede recuperarse como sujeto, reconstituyendo a su vez la
comunidad, la naturaleza, la realidad y el cosmos. Por ello decimos que el ser
humano es sujeto, cuando está literalmente sujeto a la VIDA, y la vida del ser
humano es la VIDA de toda la realidad, incluida la del Cosmos.
Heredia – Costa Rica Meshico - Tenochtitlan. Tlalpan de
Cuicuilco Febrero - Marzo del 2017
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